sábado, 26 de enero de 2019


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      ¿Puedes imaginar un venado comiendo tranquilamente en medio de un bosque?  Imagina, luego, que ve a un lobo devorando un conejo.  Imagina entonces al venado razonar:  “Si ese lobo está comiendo conejo, tal vez yo no debiera estar comiendo esta hierba verde, sino conejo también.”  ¿Puedes?
... Esto es no tener identidad.

            El ser humano está formado por un cuerpo y un alma.  Las diferencias del cuerpo son evidentes a la vista y al tacto:  cabello liso, ondulado o colocho; ojos grandes o pequeños, verdes, azules, negros o cafés; alto o bajo, huesos grandes y anchos o medianos, pequeños y estrechos; facciones finas o gruesas; sexo femenino o masculino, etc.  Las diferencias del alma son las que pueden dar lugar a confusión debido a la influencia que ejercen sobre ellas las exigencias del entorno:  costumbres, religión, filosofías, etc.  Sin embargo, así como nuestros rasgos fisiológicos están predeterminados, también lo está nuestra alma, pero depende de nosotros caminar en acuerdo con lo predeterminado o resistirnos a ello.
            La identidad puede fluctuar entre lo que captan nuestros sentidos físicos y lo que “desea” nuestra alma. Hoy en día es fácil cambiar el color y la apariencia del cabello; existen lentes para cambiar el color de los ojos; hay operaciones para cambiar la nariz; etc.  Existe suficiente conocimiento para poner rectos los dientes, y corregir problemas de nacimiento como el labio leporino.  Pueden usarse zapatos con tacón para añadir 10cms. a la estatura y podemos eliminar lunares grandes por medio de cirugía.  Y así podemos “moldear” cosas externas y acomodarlas a los deseos de nuestra alma con un poco de dinero.  Sin embargo hay cosas que el dinero no puede transformar.  El dinero no puede darme un mejor carácter, ni darme una habilidad de músico o deportista que no tengo;  no puede capacitarme para ser médico o arquitecto, ni tampoco puede llenarme de buenos sentimientos.  La voluntad (alma) sí puede.

            Como primera cosa para definir mi identidad debo buscar la verdad.  Si mi vida no ha estado rodeada de amor y comprensión, encontrarla puede ser doloroso y difícil, pero es el camino correcto a recorrer. Desde que nacemos empezamos a mostrar nuestra identidad:  dormir poco o mucho; movernos menos o más que otros; hacer muchos ruidos o pocos; intentar tocar objetos o ser calmados y quietos; comer seguido o espaciado; llorar insistentemente o ceder fácilmente.  De igual forma, al empezar a caminar se repite lo mismo:  somos curiosos o no, ágiles o no, fuertes o no, rápidos o lentos; a algunos les gusta tirar y desarmar objetos, a otros pegar, sostener, ordenar, cuidar, … somos agresivos o comprensivos, compartimos o arrebatamos, escuchamos o alegamos, …

            Así como podemos cambiar ciertas cosas a través de hábitos saludables, como hacer ejercicios y alimentarnos sanamente para tener un cuerpo atlético y fuerte, también debemos “moldear” nuestro carácter con inteligencia, paciencia y persistencia.  Esto es identidad.

            Podemos carecer de identidad, creyendo que adaptarnos a las personas y circunstancias es agradable, seguro, y hasta bueno y/o divertido.  Esto es peligroso, y en su forma más simple es no existir.  Respirar, comer, dormir y movernos no es lo que nos da la vida; la vida radica en los deseos que salen de lo profundo de nuestra alma, y en todo aquello que nos lleva a la acción. Y es muy importante que todo esto salga de adentro de nosotros.  Sólo cuando dominamos esto hemos logrado tomar el control de nuestras vidas para vivirlas con libertad, responsabilidad y fidelidad.
            ¿Van a hablar de mí como una persona arrogante, egoísta, vanidosa, materialista, resentida, etc. o como alguien cariñoso, comprensivo, dador, …?  Las palabras que nos gusta oir son:  buena y bueno, y no mala ni malo.  Y gracias a Dios hay una gran diversidad dentro de esa bella palabra, tanta como seres humanos, tanta como especies de plantas y de animales, … muy vasta.  No tenemos que encajar en un molde, sino solo elegir entre la B y la M (buenos o malos).

            Hay cosas que debemos desechar, hay otras que debemos desarrollar, otras que debemos adquirir y otras que debemos cambiar y/o controlar. La vida es una alegre aventura en la que descubrimos, peleamos, vencemos, adquirimos, compartimos, aprendemos, crecemos; y vamos hacia la perfección y la plenitud.
            Hay cosas que ya están predispuestas:  cuándo nací, hija/o de quién soy, si soy hombre o mujer, si soy baja/o o alta/o, de tez blanca o morena, el lugar donde nací, si soy pobre o rico/a.  Los hechos son cosas que debo ACEPTAR como tales.  Como ya dijimos, hay cosas que SI pueden cambiarse y hay otras que no deben ser cambiadas.  Ir en contra del Creador es alterar el orden divino y perfecto e ir en pos de destrucción, pero cambiar algunas de ellas buscando crecimiento, mejora, bendición, es trabajar en acuerdo con El, tomando de lo que El ha puesto a mi alcance, persiguiendo lo mejor para mí y los que me rodean.
            Debemos desechar temores, dolores y resentimiento al buscar nuestra identidad.  El perdón, la fortaleza, la perseverancia, la valentía son cualidades maravillosas que hacen bellas personas.  Es posible redefinir nuestro curso, nuestros deseos y nuestras decisiones en el camino del crecimiento.  Un niño descubre sus habilidades:  para el deporte, para la música, para las ciencias, para el lenguaje, para las manualidades, para la cocina, para el trato con animales u otros seres humanos, … esto se descubre a través de la observación y la respuesta a los deseos internos, y a través de los resultados.  Puedo “sentir” un gran deseo de trepar el árbol o la pared porque mi hermano o mi mejor amigo lo hacen, pero al intentar hacerlo veo que mis pies resbalan, mis manos arden y mi habilidad no es tan grande como mi deseo.  Lo que deseo en realidad NO es trepar el árbol ni la pared, sino estar con esa persona y compartir tiempo con ella.  Cuando ignoro la dificultad y el dolor es que la habilidad se muestra igual de fuerte que el deseo, y el logro y la satisfacción ofuscan el malestar.  El ardor de manos fue el precio que tuve que pagar, y estar sentada en la rama o encima de la pared hicieron que todo valiera la pena.

            El adolescente debe lidiar con su prepotencia, su rebeldía, su sensación de libertad, consecuencias de su autosuficiencia, resultante del desarrollo de su cuerpo y su mente. Es la primera etapa en la que se toma la gran decisión: quién soy.
            Según las vivencias, las personas alrededor, el temperamento y las oportunidades que la vida nos haya brindado esta decisión puede ser mucho más sencilla para unos que para otros.  Gracias a Dios no es una decisión que se materialice como el concreto al secarse, sino una que puede ir acomodándose a la realidad y a la necesidad.  En ocasiones no sabemos si lo que hemos decidido es lo correcto hasta que vemos sus consecuencias.  Nuestra alma es un terreno inexplorado que nosotros mismos debemos aprender a conocer, conquistar y gobernar para lograr la felicidad.
            Bromistas o filósofos, activos o calmados, platicadores u observadores, bulliciosos o callados, determinados o prudentes, elegantes o deportivos, extrovertidos o reservados, amantes de la aventura o de las comodidades, … nada es negativo, lo único negativo es aplicarlo cuando no es tuyo, … porque te lo imponen, porque te presionan, porque te sugestionan, porque te atemoriza ser diferente, ser rechazado por el grupo, no encajar, …

            La intranquilidad, la inconformidad, el aburrimiento, la tristeza, el enojo son señales de vacío, de infelicidad.  Es importante buscar en la identidad una ayuda, una respuesta.  Si sabemos quiénes somos y nos tenemos a nosotros mismos las circunstancias externas nos van a molestar menos, a detener o derribar más difícilmente.  Las experiencias son una oportunidad para fortalecernos, definirnos, redireccionarnos, perfeccionarnos y ser mejores personas.  Cuando estamos en ambientes ideales volamos como el águila, pero a veces hay que enfrentar huracanes o tormentas, sequías o heridas.
            La vida es una oportunidad y un reto.  Debo decidir quién quiero ser, y esto es más fácil si entiendo que es una responsabilidad personal y que lo que está en juego es mi felicidad.  No todos queremos llegar a la punta del Everest, ni a la Luna ni al fondo del mar, pero hay quienes tienen su corazón en ello y no son felices ni están tranquilos hasta que lo logran.  Cada uno tiene la responsabilidad de descubrir lo que tiene adentro y lo que hará con lo que le ha sido concedido.

            La fábula del patito feo nos hace confrontar la realidad del efecto negativo que tiene sobre nuestra personalidad la necesidad de la aceptación del grupo. Ted Angstrom ejemplifica el temor y amplifica su comprensión a través de un cuento en el que un aguilucho nace entre pollos.  Vive en el corral con ellos, comportándose como ellos y viendo siempre un águila volar sobre la granja. El corazón del aguilucho suspira y sueña, pero muere entre los pollos sin jamás seguir su deseo de ser como el águila y extender sus alas para intentar hacer aquello que tanto anhelaba adentro.  ¿Por qué?  Porque creyó que era pollo.
 
Está también el experimento hecho con saltamontes. Se les encierra en una caja.  Al principio los saltamontes saltan y saltan, intentando salir de la caja, hasta que finalmente aceptan el hecho de que hay un tope y salir no es posible.  Después de un tiempo puede retirarse la tapadera de la caja sin ningún problema, pues los saltamontes ya no intentarán salir porque han aceptado que no es posible.
            El patito feo sufrió hasta que su reflejo en el agua le mostró que sus compañeros estaban equivocados.  El era diferente y su destino era ser más bello que aquéllos que lo acosaban.  El aguilucho murió en el aburrimiento debido a su falta de fe en sus más íntimos anhelos.  Los saltamontes olvidaron que nacieron para saltar.
            Puede haber una gran lucha en nuestro interior debido a la contradicción existente entre nuestros deseos y nuestro entorno, y puedo detenerme ante ciertas circunstancias por sabiduría, por inteligencia, por convicción, pero esto no implica negar dentro de mí lo que soy, ni tampoco perder la esperanza de que en el momento en el que sea retirada la tapadera yo pueda saltar una vez más y volver a experimentar la alegría de ser libre y disfrutar la infinidad de posibilidades en el mundo al que pertenezco.
            ¿B o M? ¿Débiles o fuertes? ¿Temerosos o valientes? ¿Perseverantes o derrotados? ¿Palos llevados por la corriente o salmones que luchan en contra hasta llegar a aguas tranquilas?
            Define quién eres. Decide quién quieres ser.  No por rebeldía, no por cólera, no por contradecir a nadie ni hacer infeliz a nadie, sino porque sólo estando en armonía con tu ser interior, con tus más íntimos deseos y con tu diseño celestial vas a lograr la verdadera felicidad.  Entonces no importará que no haya diplomas colgados en la pared, ni cuentas en varios bancos, pero estarás rodeado de personas que te aman por lo que les has dado, y tendrás paz y la satisfacción de haber hecho aquello que te propusiste y de ver el fruto de tu esfuerzo y poder disfrutar su cosecha antes de terminar tu recorrido en esta tierra. ¿Sastre, carpintero, ama de casa, cocinera, enfermera, secretaria, maestra, doctor, ingeniero, licenciado, jardinero, …?  La B es lo que cuenta.
 
No importa qué decidamos, lo que sea que hagamos lo haremos con el corazón, con excelencia, con dedicación, con responsabilidad, con alegría, … con dignidad y agradecimiento al Dios de la Creación, del cielo y de la tierra, quien ha prometido su bendición a todos aquellos que guardan Sus Palabras y viven sus vidas de acuerdo a Sus leyes de justicia y amor.
Definiendo quiénes somos todo será mejor. Y no debemos olvidar que adaptarnos o ajustarnos a ciertas circunstancias o personas no significa negar nuestra identidad, sino completar el proceso de madurez y plenitud en el camino de la vida y el amor.


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   "Las personas se equivocan en cuanto a la vida, 
pero la vida nunca se equivoca en cuanto a las personas."
                                          Sr. Roarke (Fantasy I.)

“La senda de los justos es como la luz de la aurora, 
va en aumento hasta que el día es perfecto.”     
                                                                                            Prvbs. 4:18

"Nací para amar y ser amado/a;
nací para hacer el bien;
nací para servir a la vida."
                    Ami C.B.




Mónica

Inocencia, dulzura, disposición

que lleva en el corazón.



Burlas, gritos, …  ¡Qué dolor!

¡Qué dolor!,  ¡qué horror!, …



-       ¡Me duele! ¡Me duele!

-       ¿Dónde? ¿Dónde te duele?

-       Aquí, parece que es el corazón.



¿Cómo no entender su condición?

Hecha para amar,

no para pelear.

Pero el dolor es muy fuerte.

A veces desea la muerte.



¡Bendito amor

que sana el dolor!

Ternura, perdón, comprensión.

Su vida ha transformado la compasión.



Nacida para amar,

hoy ya puede dar.

Y a manos llenas,

pues el amor le ha hecho olvidar las penas.



¡Descubre tú tu condición;

tú también tienes corazón!

Busca el amor y encuéntralo;

luego, abrázalo y atesóralo.



Tú también puedes recibir y dar,

pues tú también naciste para amar.



Recomendaciones:
   
Leer el Salmo 73;
Otros blogs: “Los Temperamentos”, “Libertad”, "La Verdad".
Libros:  "Moving into Balance"  (Barbara Larrivee)
“Vida y Muerte en Shangai” (Nien Cheng).
 
Canciones:
Cyndi Lauper:  "True Colors";  
Culture Club: "Karma Chameleon"; 
Lionel Richie: "Easy" 
W. Houston: "One moment in time"
Des´ree: "You gotta be tough"

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