¿Puedes imaginar un venado comiendo tranquilamente en medio de un bosque? Imagina, luego, que ve a un lobo devorando un conejo. Imagina entonces al venado razonar: “Si ese lobo está comiendo conejo, tal vez yo no debiera estar comiendo esta hierba verde, sino conejo también.” ¿Puedes?
... Esto es no tener identidad.
El ser humano está formado por un
cuerpo y un alma. Las diferencias del
cuerpo son evidentes a la vista y al tacto:
cabello liso, ondulado o colocho; ojos grandes o pequeños, verdes, azules,
negros o cafés; alto o bajo, huesos grandes y anchos o medianos, pequeños y
estrechos; facciones finas o gruesas; sexo femenino o masculino, etc. Las diferencias del alma son las que pueden
dar lugar a confusión debido a la influencia que ejercen sobre ellas las
exigencias del entorno: costumbres,
religión, filosofías, etc. Sin embargo,
así como nuestros rasgos fisiológicos están predeterminados, también lo está
nuestra alma, pero depende de nosotros caminar en acuerdo con lo predeterminado
o resistirnos a ello.
La identidad puede fluctuar entre lo
que captan nuestros sentidos físicos y lo que “desea” nuestra alma. Hoy en día
es fácil cambiar el color y la apariencia del cabello; existen lentes para
cambiar el color de los ojos; hay operaciones para cambiar la nariz; etc. Existe suficiente conocimiento para poner
rectos los dientes, y corregir problemas de nacimiento como el labio
leporino. Pueden usarse zapatos con
tacón para añadir 10cms. a la estatura y podemos eliminar lunares grandes por
medio de cirugía. Y así podemos
“moldear” cosas externas y acomodarlas a los deseos de nuestra alma con un poco
de dinero. Sin embargo hay cosas que el
dinero no puede transformar. El dinero
no puede darme un mejor carácter, ni darme una habilidad de músico o deportista
que no tengo; no puede capacitarme para
ser médico o arquitecto, ni tampoco puede llenarme de buenos sentimientos. La voluntad (alma) sí puede.
Como primera cosa para definir mi
identidad debo buscar la verdad. Si mi
vida no ha estado rodeada de amor y comprensión, encontrarla puede ser doloroso
y difícil, pero es el camino correcto a recorrer. Desde que nacemos empezamos a
mostrar nuestra identidad: dormir poco o
mucho; movernos menos o más que otros; hacer muchos ruidos o pocos; intentar tocar objetos
o ser calmados y quietos; comer seguido o espaciado; llorar insistentemente o
ceder fácilmente. De igual forma, al
empezar a caminar se repite lo mismo:
somos curiosos o no, ágiles o no, fuertes o no, rápidos o lentos; a
algunos les gusta tirar y desarmar objetos, a otros pegar, sostener, ordenar,
cuidar, … somos agresivos o comprensivos, compartimos o arrebatamos, escuchamos
o alegamos, …
Así como podemos cambiar ciertas
cosas a través de hábitos saludables, como hacer ejercicios y alimentarnos sanamente
para tener un cuerpo atlético y fuerte, también debemos “moldear” nuestro
carácter con inteligencia, paciencia y persistencia. Esto es identidad.
Podemos carecer de identidad,
creyendo que adaptarnos a las personas y circunstancias es agradable, seguro, y
hasta bueno y/o divertido. Esto es
peligroso, y en su forma más simple es no existir. Respirar, comer, dormir y movernos no es lo
que nos da la vida; la vida radica en los deseos que salen de lo profundo de
nuestra alma, y en todo aquello que nos lleva a la acción. Y es muy importante
que todo esto salga de adentro de nosotros.
Sólo cuando dominamos esto hemos logrado tomar el control de nuestras
vidas para vivirlas con libertad, responsabilidad y fidelidad.
¿Van a hablar de mí como una persona
arrogante, egoísta, vanidosa, materialista, resentida, etc. o como alguien
cariñoso, comprensivo, dador, …? Las
palabras que nos gusta oir son: buena y
bueno, y no mala ni malo. Y gracias a
Dios hay una gran diversidad dentro de esa bella palabra, tanta como seres
humanos, tanta como especies de plantas y de animales, … muy vasta. No tenemos que encajar en un molde, sino solo
elegir entre la B y la M (buenos o malos).
Hay cosas que debemos desechar, hay
otras que debemos desarrollar, otras que debemos adquirir y otras que debemos
cambiar y/o controlar. La vida es una
alegre aventura en la que descubrimos, peleamos, vencemos, adquirimos,
compartimos, aprendemos, crecemos; y vamos hacia la perfección y la plenitud.
Hay cosas que ya están predispuestas:
cuándo nací, hija/o de quién soy, si soy
hombre o mujer, si soy baja/o o alta/o, de tez blanca o morena, el lugar donde
nací, si soy pobre o rico/a. Los hechos
son cosas que debo ACEPTAR como tales.
Como ya dijimos, hay cosas que SI pueden cambiarse y hay otras que no
deben ser cambiadas. Ir en contra del
Creador es alterar el orden divino y perfecto e ir en pos de destrucción, pero
cambiar algunas de ellas buscando crecimiento, mejora, bendición, es trabajar
en acuerdo con El, tomando de lo que El ha puesto a mi alcance, persiguiendo lo
mejor para mí y los que me rodean.
Debemos desechar temores, dolores y
resentimiento al buscar nuestra identidad.
El perdón, la fortaleza, la perseverancia, la valentía son cualidades
maravillosas que hacen bellas personas.
Es posible redefinir nuestro curso, nuestros deseos y nuestras
decisiones en el camino del crecimiento.
Un niño descubre sus habilidades:
para el deporte, para la música, para las ciencias, para el lenguaje,
para las manualidades, para la cocina, para el trato con animales u otros seres
humanos, … esto se descubre a través de la observación y la respuesta a los
deseos internos, y a través de los resultados.
Puedo “sentir” un gran deseo de trepar el árbol o la pared porque mi
hermano o mi mejor amigo lo hacen, pero al intentar hacerlo veo que mis pies
resbalan, mis manos arden y mi habilidad no es tan grande como mi deseo. Lo que deseo en realidad NO es trepar el
árbol ni la pared, sino estar con esa persona y compartir tiempo con ella. Cuando ignoro la dificultad y el dolor es que
la habilidad se muestra igual de fuerte que el deseo, y el logro y la
satisfacción ofuscan el malestar. El
ardor de manos fue el precio que tuve que pagar, y estar sentada en la rama o
encima de la pared hicieron que todo valiera la pena.
El adolescente debe lidiar con su
prepotencia, su rebeldía, su sensación de libertad, consecuencias de su
autosuficiencia, resultante del desarrollo de su cuerpo y su mente. Es la
primera etapa en la que se toma la gran decisión: quién soy.
Según las vivencias, las personas
alrededor, el temperamento y las oportunidades que la vida nos haya brindado
esta decisión puede ser mucho más sencilla para unos que para otros. Gracias a Dios no es una decisión que se
materialice como el concreto al secarse, sino una que puede ir acomodándose a
la realidad y a la necesidad. En
ocasiones no sabemos si lo que hemos decidido es lo correcto hasta que vemos
sus consecuencias. Nuestra alma es un
terreno inexplorado que nosotros mismos debemos aprender a conocer, conquistar
y gobernar para lograr la felicidad.
Bromistas o filósofos, activos o
calmados, platicadores u observadores, bulliciosos o callados, determinados o
prudentes, elegantes o deportivos, extrovertidos o reservados, amantes de la
aventura o de las comodidades, … nada es negativo, lo único negativo es
aplicarlo cuando no es tuyo, … porque te lo imponen, porque te presionan,
porque te sugestionan, porque te atemoriza ser diferente, ser rechazado por el
grupo, no encajar, …
La intranquilidad, la inconformidad,
el aburrimiento, la tristeza, el enojo son señales de vacío, de
infelicidad. Es importante buscar en la
identidad una ayuda, una respuesta. Si
sabemos quiénes somos y nos tenemos a nosotros mismos las circunstancias
externas nos van a molestar menos, a detener o derribar más difícilmente. Las experiencias son una oportunidad para
fortalecernos, definirnos, redireccionarnos, perfeccionarnos y ser mejores
personas. Cuando estamos en ambientes
ideales volamos como el águila, pero a veces hay que enfrentar huracanes o
tormentas, sequías o heridas.
La vida es una oportunidad y un
reto. Debo decidir quién quiero ser, y
esto es más fácil si entiendo que es una responsabilidad personal y que lo que
está en juego es mi felicidad. No todos queremos llegar a la punta del
Everest, ni a la Luna ni al fondo del mar, pero hay quienes tienen su corazón
en ello y no son felices ni están tranquilos hasta que lo logran. Cada uno tiene la responsabilidad de
descubrir lo que tiene adentro y lo que hará con lo que le ha sido concedido.
La fábula del patito feo nos hace
confrontar la realidad del efecto negativo que tiene sobre nuestra personalidad
la necesidad de la aceptación del grupo. Ted Angstrom ejemplifica el temor y amplifica
su comprensión a través de un cuento en el que un aguilucho nace entre
pollos. Vive en el corral con ellos,
comportándose como ellos y viendo siempre un águila volar sobre la granja. El
corazón del aguilucho suspira y sueña, pero muere entre los pollos sin jamás
seguir su deseo de ser como el águila y extender sus alas para intentar hacer
aquello que tanto anhelaba adentro. ¿Por
qué? Porque creyó que era pollo.
Está también el experimento hecho con
saltamontes. Se les encierra en una caja.
Al principio los saltamontes saltan y saltan, intentando salir de la
caja, hasta que finalmente aceptan el hecho de que hay un tope y salir no es
posible. Después de un tiempo puede
retirarse la tapadera de la caja sin ningún problema, pues los saltamontes ya
no intentarán salir porque han aceptado que no es posible.
El patito feo sufrió hasta que su
reflejo en el agua le mostró que sus compañeros estaban equivocados. El era diferente y su destino era ser más
bello que aquéllos que lo acosaban. El
aguilucho murió en el aburrimiento debido a su falta de fe en sus más íntimos
anhelos. Los saltamontes olvidaron que
nacieron para saltar.
Puede haber una gran lucha en
nuestro interior debido a la contradicción existente entre nuestros deseos y
nuestro entorno, y puedo detenerme ante ciertas circunstancias por sabiduría,
por inteligencia, por convicción, pero esto no implica negar dentro de mí lo
que soy, ni tampoco perder la esperanza de que en el momento en el que sea
retirada la tapadera yo pueda saltar una vez más y volver a experimentar la
alegría de ser libre y disfrutar la infinidad de posibilidades en el mundo al
que pertenezco.
¿B o M? ¿Débiles o fuertes?
¿Temerosos o valientes? ¿Perseverantes o derrotados? ¿Palos llevados por la
corriente o salmones que luchan en contra hasta llegar a aguas tranquilas?
Define quién eres. Decide quién
quieres ser. No por rebeldía, no por
cólera, no por contradecir a nadie ni hacer infeliz a nadie, sino porque sólo
estando en armonía con tu ser interior, con tus más íntimos deseos y con tu diseño
celestial vas a lograr la verdadera felicidad.
Entonces no importará que no haya diplomas colgados en la pared, ni
cuentas en varios bancos, pero estarás rodeado de personas que te aman por lo
que les has dado, y tendrás paz y la satisfacción de haber hecho aquello que te
propusiste y de ver el fruto de tu esfuerzo y poder disfrutar su cosecha antes
de terminar tu recorrido en esta tierra. ¿Sastre, carpintero, ama de casa,
cocinera, enfermera, secretaria, maestra, doctor, ingeniero, licenciado, jardinero,
…? La B es lo que cuenta.
No importa qué decidamos, lo que sea que
hagamos lo haremos con el corazón, con excelencia, con dedicación, con
responsabilidad, con alegría, … con dignidad y agradecimiento al Dios de la
Creación, del cielo y de la tierra, quien ha prometido su bendición a todos
aquellos que guardan Sus Palabras y viven sus vidas de acuerdo a Sus leyes de
justicia y amor.
Definiendo quiénes somos todo será mejor. Y no
debemos olvidar que adaptarnos o ajustarnos a ciertas circunstancias o personas
no significa negar nuestra identidad, sino completar el proceso de madurez y
plenitud en el camino de la vida y el amor.
"Las personas se equivocan en cuanto a la vida,
pero la vida nunca se equivoca en cuanto a las personas."
Sr. Roarke (Fantasy I.)
“La senda de los justos es como la luz de la aurora,
va en aumento hasta que el día es perfecto.”
Prvbs. 4:18
"Nací para amar y ser amado/a;
nací para hacer el bien;
nací para servir a la vida."
Ami C.B.
Mónica
Inocencia, dulzura, disposición
que lleva en el corazón.
Burlas, gritos, …
¡Qué dolor!
¡Qué dolor!, ¡qué
horror!, …
-
¡Me duele! ¡Me duele!
-
¿Dónde? ¿Dónde te duele?
-
Aquí, parece que es el corazón.
¿Cómo no entender su condición?
Hecha para amar,
no para pelear.
Pero el dolor es muy fuerte.
A veces desea la muerte.
¡Bendito amor
que sana el dolor!
Ternura, perdón, comprensión.
Su vida ha transformado la compasión.
Nacida para amar,
hoy ya puede dar.
Y a manos llenas,
pues el amor le ha hecho olvidar las penas.
¡Descubre tú tu condición;
tú también tienes corazón!
Busca el amor y encuéntralo;
luego, abrázalo y atesóralo.
Tú también puedes recibir y dar,
pues tú también naciste para amar.
Recomendaciones:
Leer el Salmo 73;
Otros blogs: “Los Temperamentos”, “Libertad”, "La Verdad".
Libros: "Moving into Balance" (Barbara Larrivee)
“Vida y Muerte en Shangai” (Nien Cheng).
Canciones:
Cyndi Lauper: "True Colors";
Culture Club: "Karma Chameleon";
Lionel Richie: "Easy"
W. Houston: "One moment in time"
Des´ree: "You gotta be tough"
Leer el Salmo 73;
Otros blogs: “Los Temperamentos”, “Libertad”, "La Verdad".
Libros: "Moving into Balance" (Barbara Larrivee)
“Vida y Muerte en Shangai” (Nien Cheng).
Canciones:
Cyndi Lauper: "True Colors";
Culture Club: "Karma Chameleon";
Lionel Richie: "Easy"
W. Houston: "One moment in time"
Des´ree: "You gotta be tough"
No hay comentarios:
Publicar un comentario